LA CORONA DE HIERBA
En la Roma Republicana y al comienzo del Imperio, se conoció por corona gramínea o corona obsidional (en latín corona obsidionalis o corona graminea) a la máxima y más rara condecoración militar. Se ha traducido en muchas ocasiones por “corona de hierba” (hay un bonito libro de Colleen McCullough con este título). Estaba reservada únicamente a los generales o comandantes que salvaban a un ejército entero. La corona se hacía con flores, hierbas y cereales (de donde toma el nombre), incluyendo trigo, recogidos en el mismo campo de batalla y trenzadas. Era otorgada por el propio ejército al general que lo había salvado.
Como nuestro ejército ahora se dedica a labores poco relacionadas con el oficio de las armas, creo que las condecoraciones se darán al general que mejor le siente el traje de enfermera, o incluso, al que haga la paella más sabrosa para los piratas somalíes. Se lo voy a comentar a Dña. Carmen Chacón, para que lo incluya en las ordenanzas.
Pues entonces, la corona de hierba tendremos que darla a los que salven las empresas en esta crisis del terrible estado del mercado y de los sindicatos.
P.S.: A pesar de que mi bitácora no la lee mucha gente, y yo como Sinuhé escribo para mí, debo disculparme de lo monotemático que estoy con los sindicatos. En mi vida de Clark Kent, llevo un año tratando de salvar el “barco” a pesar de los ejércitos sindicales, a los que acompaña el terrible Apolión. Pero, esta semana, se ha trenzado una corona de hierba.
Como nuestro ejército ahora se dedica a labores poco relacionadas con el oficio de las armas, creo que las condecoraciones se darán al general que mejor le siente el traje de enfermera, o incluso, al que haga la paella más sabrosa para los piratas somalíes. Se lo voy a comentar a Dña. Carmen Chacón, para que lo incluya en las ordenanzas.
Pues entonces, la corona de hierba tendremos que darla a los que salven las empresas en esta crisis del terrible estado del mercado y de los sindicatos.
P.S.: A pesar de que mi bitácora no la lee mucha gente, y yo como Sinuhé escribo para mí, debo disculparme de lo monotemático que estoy con los sindicatos. En mi vida de Clark Kent, llevo un año tratando de salvar el “barco” a pesar de los ejércitos sindicales, a los que acompaña el terrible Apolión. Pero, esta semana, se ha trenzado una corona de hierba.
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