viernes, febrero 23, 2007

LECCIONES DE INTERÉS.

Como ya he comentado anteriormente, cuando a P. Drucker, el padre de la gestión empresarial moderna, le preguntaban por el mejor libo de liderazgo que había leído, él contestaba que era: “La Anábasis” de Jenofonte. Esto resultaba chocante, pero su afirmación estaba llena de sentido, y el profesor Drucker lo creía firmemente. Tenía muchas opiniones de ese estilo, su formación humanística era muy amplia.

Cuando se ven las novedades editoriales en gestión empresarial, la cantidad de títulos nuevos es ingente. Hay magníficos trabajos, de los que esta bitácora no se ocupa, pero es más frecuente ver libros de un rigor y calidad más que dudosos. Aplican modas a todo, con un nivel intelectual inferior a mediocre, “refritos” de diversos trabajos y demás “atajos literarios”.

Otro aspecto interesante es el auge de los valores “soft”. Si eres feliz en tu empresa rindes más y todo es fenomenal. El ambiente debe ser una especie de mundo perfecto donde todos los hombres son hermanos, y en esta mágica y festiva hermandad incluir a los clientes, por supuesto. Todo esto tiene su parte, importante, de certeza, pero deja una gran ventana abierta la hipocresía, pérdida de sentido y falta de cumplimiento de obligaciones básicas. Me hace mucha gracia ver que en las revistas de empresas, se eligen los mejores sitios para trabajar, y en los reportajes de estas empresas aparecen el consejero delegado y el presidente abrazando a todos con una sonrisa arcangélica. Luego la realidad es que cuando se va el fotógrafo de la revista, sacan un palo con pinchos que tenían en la mano oculta en el abrazo. No me invento nada, conozco con cierta solvencia estos casos de los que hablo. Esto crea mucho cinismo en estas organizaciones.

Primeramente habría que definir la felicidad, si está más cerca de la definición aristotélica, que es la vida siguiendo la virtud o es una degeneración del concepto hacia una vida vacía, sin exigencia, vulgar,...Es un muy interesante punto de reflexión, pero se sale del objeto de este “post”, que es comentar un poco de Historia.

Un debate empresarial muy actual, es la atracción y retención del mejor talento, como fuente de ventaja competitiva. Esto es más que evidente y no debe ser explicado, pero también habría que definir el talento. Analizar cómo un excelente talento dado, puede no encajar en una organización, ser fuente de nocivos individualismos, y no ser el tipo de talento necesario para el posicionamiento estratégico de la empresa. Utilizando un símil futbolístico, un buen equipo de mediocridades bien aprovechadas, puede ganar a un conjunto lleno de talentosas estrellas, y eliminarle de la copa de Europa, (aunque no sé cómo acabará la eliminatoria, ver Liverpool-Barcelona). Me gusta más pensar que debemos tratar en nuestras organizaciones que gente ordinaria tenga un desempeño conjunto extraordinaria. Para eso hace falta mucho, pero que mucho, trabajo duro, frugal, diligente y poco “espectacular” sin glamour.

En los
Comentarios a la Guerra de las Galias (De Bello Gallico), Julio César refiere hechos de interés y a colación de los dicho. Cuando se enfrentó a los suevos de Ariovisto, sus soldados estaban muy temerosos por la fama guerrera de los bárbaros germánicos, “ iguales a los dioses en las armas” . En uno de sus enfrentamientos con galos, éstos se mofaban de la baja estatura de los romanos. César supo infundir a sus hombres confianza en sus posibilidades y con una excelente disciplina y modo de combate, que hizo invencibles en su tiempo a las legiones romanas, venció a galos y germanos. Que en tiempos anteriores habían dado mucho sufrimiento a Roma. La formación romana no se rompía, era de una disciplina magnífica. Los centuriones cuidaban en el combate que ningún soldado rompiera la formación, ni aunque fuera para dañar más al enemigo. Los castigos por romper la formación eran terribles, los legionarios tenían más miedo al centurión que al enemigo. Su clave era la unión conjunta de esos bajos romanos frente a los gigantescos y llenos de talento guerrero bárbaros. Los centuriones eran vitales en el ejército romano (como los sargentos en el napoleónico). En ambos ejércitos había una buena y justa retribución, para el éxito individual y colectivo, otro tema de interés

Invita a reflexionar sobre qué es talento y dónde hay que situarlo.

1 Comments:

Blogger Jorge Alfonso Guillén said...

Buenas noches amigo. No sabía que Julio César te gustara también. Comparto contigo esa afición.

Un saludo.

11:56 p. m.  

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