jueves, febrero 08, 2007

NAPOLEÓN&NELSON. VII. FIN

La muerte de Napoleón, no puede entenderse como la de Nelson. El británico murió en combate y Napoleón murió después de un largo cautiverio, del 17 de Octubre de 1815 al 5 de Mayo de 1821, en la isla de Santa Elena. Esta prisión es uno de los puntos que cimientan la leyenda Napoleónica. Nelson, como todo soldado, sabía que podía encontrar la muerte en la batalla y estaba preparado para ello. Su agonía, dolorosa duró unas horas, y se fue a los Campos Elíseos con la victoria y sabiendo que había cumplido con su deber. Napoleón tuvo una agonía mucho más larga, en la enfermedad de su cuerpo y en su espíritu. El hombre que había dominado Europa se veía prisionero en un peñasco del Atlántico, sometido al trato “poco elegante” de Sir Hudson Lowe, del que el propio Wellington, dijo que era un imbécil.

Napoleón, según una interpretación, poco amable, de un historiador británico fue la rana que quiso ser buey, y estalló. Su espíritu, como ya he comentado en otras ocasiones, le llevaba a solamente encontrar la paz de osadía en osadía. La pérdida del sentido de realidad, su mala evaluación de los acontecimientos, las presiones de su entorno personal, la situación francesa, el devenir de Europa, le llevaron a una carrera sin fin, cuyo final fue la caída desde una gran altura.

Los años de Santa Elena fueron un suplicio, pero contribuyeron a serenar su espíritu. La fortaleza de su alma se manifestó en como afrontó su destino final. Su carcelero, Hudson Lowe le fue sometiendo a las mayores humillaciones, estaba obsesionado con su fuga y le restringió cada vez más su libertad, lo que contribuyó a acelerar su enfermedad. Cáncer de estómago, murió de la misma enfermedad que su padre. Dedicó ese tiempo a pensar, escribir y dictar sus memorias. Tenía plena constancia de su paso por la historia, de su epopeya vital. Del cambio en los pueblos, que las ideas de Revolución habían calado en Europa y que tendrían sus consecuencias en el futuro. Un pequeño contrasentido para el que empezó de general revolucionario y acabó de emperador. Su Código Civil, ha sido fundamental para la legislación europea actual. Él siempre tuvo presente que su vida había sido de las más fecundas e importantes de su tiempo. Es significativo la anécdota, que se refiere a su comentario sobre La Odisea: Para odisea, la mía.

Uno de los puntos, que trato de respetar en este blog es hacer los “post” reducidos, hablar hoy más de Santa Elena lo alargaría en exceso. Volveré sobre su estancia en Santa Elena en otras ocasiones.

Me resultó interesante la descripción de otro historiador británico sobre Napoleón. Decía que al igual que Oliver Cromwell, fue una mala persona muy notable.