lunes, marzo 19, 2007

NAPOLEÓN Y GOETHE

“La historia de Napoleón me produce una impresión semejante al Apocalipsis de San Juan. Todos sentimos como si debiese haber en ella algo más, pero no sabemos el qué.”

Goethe.

Napoleón y Goethe sintieron una elevada mutua admiración. Fueron dos de los más grandes espíritus de su época. Goethe había seguido desde tiempo la carrera de Napoleón, y pronunció las palabras más profundas que sobre él se han dicho.

“Iluminación tan divina va siempre unida a la juventud y la fecundidad; y en verdad que Napoleón fue uno de los hombres más fecundos que pasaron nunca por la tierra.”

Goethe

Su primer encuentro tuvo lugar en Erfurt, en el año de la batalla de Jena. Goethe era ministro en la corte del príncipe sajón. A los hombres de esta valía les bastaba una mirada para comprenderse enseguida. Napoleón almorzaba en una amplia mesa redonda, con Tayllerand a su derecha y Daru a su izquierda, cuando vio al poeta en el marco de la puerta. Le hizo señal de que se aproximase y miró con asombro avanzar a aquel hombre de sesenta años, noble y hermoso, radiante de salud y de esa paz interior que Goethe había adquirido a costa de grandes esfuerzos y que pronto debía perder de nuevo. El emperador le contempló un instante y luego, como si hablase consigo mismo, dijo: “Voilà un homme!”

Esta palabra, surgida espontáneamente, como una flecha de oro, ib directamente a dar en el blanco. Precisamente porque el amo del mundo ignoraba todo lo que a aquel otro amo del mundo se refería, esta palabra, que jamás había dirigido y que ya no debía de volver a dirigir nunca anadie, prueba de la divina comunión del genio.

“El hombre tiene que volver a la nada…., pero como todo aquí abajo procede por vías naturales, los demonios se encargarán de prepararle celada tras celada. Y así fue como hasta el mismo Napoleón acabó por sucumbir.”

Goethe

Estractos de la
biografía de Napoleón, de Emil Ludwig