miércoles, noviembre 15, 2006

NAPOLEON&NELSON IV

El joven Nelson no tuvo un brillo especial, ni personal ni profesional, en su juventud y primeros años de servicio en la Royal Navy. Fue subiendo escalafón de forma habitual. Estuvo destinado en diversas misiones navales, destacando su participación en la Guerra de Independencia Americana y en el Mediterráneo contra Francia.

En su destino del Caribe tuvo problemas con los comerciantes británicos de la zona y se vio envuelto en las intrigas del problemático Duque de York, el hijo más díscolo de su graciosa majestad Jorge III. Éste había enviado a su segundo vástago a la marina británica con el objeto de “educarle”. De este período surgió la frialdad con la siempre trató el rey a Nelson, al que le dolió esta situación.

En esa primera etapa de su carrera, Nelson ya mostró uno de sus rasgos fundamentales, un criterio muy firme en el cumplimiento de su deber, por encima de la jerarquía y normas vigentes, su creative disobedence fue notoria. Fue un incómodo subordinado. Una hermosa forma de definir el carácter de Horacio Nelson es que era “como una partícula cargada”.

Su matrimonio con Fanny Nesbit, una viuda afincada en el Caribe, se desarrolló sin problemas en sus primeros años. Ayudó que no se veían, por las exigencias del servicio. Creo que se podría decir, que sería un típico matrimonio inglés, caricaturizado a menudo por su falta de cariño, frialdad en el trato,...., en definitiva un matrimonio llevado a cabo como un trámite más para cumplir con un requisito de sociedad. Cuando inició su romance con la sensual Emma Hamilton no demostró especial consideración y afecto sobre Fanny. El carácter de Fanny no era el adecuado para ser la consorte de Nelson, Emma era mucho más vital y dinámica, adoraba al Nelson de San Vicente y Aboukir y se lo hacía sentir en todo momento.

Esta breve reseña de los años de madurez de Nelson no puede acabar sin un comentario a su capacidad de liderazgo que es para mí su punto fundamentale (al igual que haremos con Napoleón, para compararlos). Se ha dicho que Nelson era un marino normal, un almirante digno, pero un gran líder. Fue un excelente marino, un magnífico almirante y un gran líder. Un guerrero en estado puro. Sobre liderazgo se ha escrito mucho, quizá demasiado contaminando el término y su significación, desde Jenofonte en su “Anábasis” pocos conceptos primordiales y básicos se han aportado. El liderazgo es que el grupo a dirigir confíe plenamente en la capacidad técnica y profesional del líder para llevar a cabo la misión encomendada, así como en la motivaciones del mismo (ética/moral del comportamiento y de valores). El liderazgo debe plasmarse en el comportamiento diario y con acciones que transmitan plena credibilidad, no artificios teatrales y esporádicos. Nelson cumplía estos requisitos, era adorado por sus hombres. Su trato más cercano sin perder respeto y distancia nunca que el habitual en los oficiales de la Navy (no era aristócrata si no hijo de clérigo), le valió el cariño de la gente bajo su mando. El compartir y discutir los planes de acción, el contacto continuado y la verdadera preocupación por sus hombres le granjeó el compromiso total de éstos. Y por último su talento bélico afianzó el respeto y admiración de todos los marinos de guerra de su época.
Próximante hablaremos de Napoleón, dejamos a Nelson hasta San Vicente.