jueves, octubre 15, 2009

EL OCÉANO HELADO

Napoleón, como todos los hombres excepcionales, no dejaba indiferente a quien le conocía. Y a pesar de las críticas y animadversión de sus coetáneos, nunca se pudo negar su genio e impacto sobre la Historia de su tiempo. Se luchaba contra él o se sometía a sus designios.

Chautebriand fue una de las personas que más tenazmente se opuso a sus designios, y con más valentía. Por eso, Napoleón no dejó nunca de admirarle y respetarle. Igualmente Chautebriand admiró al general Bonaparte y al cónsul, pero aborreció al emperador. En la caída de Napoleón no dejó de respetar su genio y comportamiento. Queda magníficamente reflejado en sus
“Memorias de ultratumba”.

La primera vez que se encontraron, Napoleón, que era el mejor conocedor de almas de su tiempo, quedó impresionado por Chautenbriand y siempre le quiso tener a su lado. Aunque no logró retenerle en su imperial tragedia.

Chautebriand dice, que cuando estuvo por primera vez ante la tumba de Napoleón, se sintió como si le hubieran llevado de la ciudad más populosa y activa del mundo, a las orillas del océano helado. Es una hermosa frase, al gran corso le hubiera agradado.

1 Comments:

Blogger Il Venturetto said...

Sigo teniendo pendiente el post que te prometí sobre el libro de Julián Marías (¡ouch!), pero esta misma semana estaba releyendo (a saltos) un libro que se llama War Nerd (aquí traducido libremente como Hazañas y chapuzas bélicas) y me acordé de ti porque hablando de Haití, aparte de ponerlos a caldo, decía que una de las épocas más relativamente calmadas fue cuando Napoleón mandó tomar el control de la isla. Claro que luego vino la revolución y se armó la gorda otra vez.

PD: Veo que hay una edición de bolsillo mucho más barata (con lo cual la otra no merece la pena): http://www.casadellibro.com/libro-hazanas-y-chapuzas-belicas/1336490/2900001334804

Un saludo!

1:50 p. m.  

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