EL AUTOCONTROL DE TAYLLERAND
Napoleón, era conocido por su trato brusco con sus principales colaboradores. Al igual que con sus “Grognards”, la guardia del emperador, y compañeros de armas en general, tenía un trato de camaradería y deferencia, muy sincero y humano (hay una espléndida escena en el magnífico libro de P. Rambaud, “La batalla”), con los mariscales, generales y ministros era terrible. Los hizo ricos y colmó de honores, pero el trato era desconsiderado. Un hombre como Napoleón, con su profunda capacidad de “ver las almas” despreciaba las debilidades humanas y valoraba altamente las virtudes, esto lo transmitía en su trato, y sobre esto volveremos en una pequeña semblanza de su estilo de liderazgo.
Durante su campaña en España le llegó noticia que Fouché y Tayllerand estaban conspirando contra él. Ambos hombres, genios oscuros, habían podido ver que Napoleón había sido llevado al precipicio de su destino por su alma demoníaca (la acepción demoníaca sobre Napoleón se refiere a su sentido etimológico original del griego . Como le definió Goethe, daimón, dios terrenal). La conquista de España fue el inicio de su caída.
Al conocer esta conspiración, viajó a París desde Valladolid en una marcha frenética. Cuando llegó a su capital, reunió por la noche a unos posibles implicados, entre los que estaba Tayllerand. La explosión de ira de Napoleón fue terrible, insultó y amenazó en un tono que hacía temblar a todos, menos a Tayllerand. El antiguo obispo de Autun le miraba sonriendo y bostezaba de vez en cuando. Napoleón, loco de ira, al ver la tranquilidad del príncipe de Benevento le espetó que no le había dicho que su esposa ,de Tayllerand, era amante del hermano del abominable Fernando VII. A lo cual Tayllerand le contestó que no le había informado de ese hecho, por entender que no aportaba nada a la grandeza de su majestad. Napoleón, rendido, lo despidió de su presencia. Saliendo lentamente, por su cojera, Tayllerand, manifestó que era una pena que un hombre tan grande tuviera unos modales lamentables. ¡Sublime!.
Durante su campaña en España le llegó noticia que Fouché y Tayllerand estaban conspirando contra él. Ambos hombres, genios oscuros, habían podido ver que Napoleón había sido llevado al precipicio de su destino por su alma demoníaca (la acepción demoníaca sobre Napoleón se refiere a su sentido etimológico original del griego . Como le definió Goethe, daimón, dios terrenal). La conquista de España fue el inicio de su caída.
Al conocer esta conspiración, viajó a París desde Valladolid en una marcha frenética. Cuando llegó a su capital, reunió por la noche a unos posibles implicados, entre los que estaba Tayllerand. La explosión de ira de Napoleón fue terrible, insultó y amenazó en un tono que hacía temblar a todos, menos a Tayllerand. El antiguo obispo de Autun le miraba sonriendo y bostezaba de vez en cuando. Napoleón, loco de ira, al ver la tranquilidad del príncipe de Benevento le espetó que no le había dicho que su esposa ,de Tayllerand, era amante del hermano del abominable Fernando VII. A lo cual Tayllerand le contestó que no le había informado de ese hecho, por entender que no aportaba nada a la grandeza de su majestad. Napoleón, rendido, lo despidió de su presencia. Saliendo lentamente, por su cojera, Tayllerand, manifestó que era una pena que un hombre tan grande tuviera unos modales lamentables. ¡Sublime!.
El autocontrol de Tayllerand fue muestra de un alto espíritu. Es casualidad que al igual que Fouché, este autocontrol se forjara en la disciplina del clero católico. Ambos fueron religiosos antes de su paso a la vida pública.
8 Comments:
Otro de los contemporáneos de Napoleón, al que no tenía ninguna simpatía y trató por todos los medios de quitárselo de en medio, fue el escritor francés François René de Chateaubriand, que no dejó de criticar sus crímenes.
Un cordial saludo,
Samuel.
Estimado Samuel:
Muchas gracias por tu visita.
Es correcto lo que dices de Napoleón y Chateubriand. En sus maravillosas "Memorias de ultratumba" Chautebriand cuenta su vida en una forma soberbia, y recoge estos hechos. Es la mejor auobiografía de la Historia.
Pero, como te he dicho en el "post", Napoleón fue el mejor sicólogo de su tiempo y cuando conoció a Chautebriand trató de tenerlo siempre en su partido, pero él se resistió y venció la fatal atracción del Gran Corso, tema no baladí en su época. Chautebriand superó la "tentación demoníaca" del Sire, lo que es muy alto logro.
Saludos cordiales, Samuel.
Hola a todos:
Otra muestra de esa gran disciplia y en ocasiones poca flexibilidad (podria ser la otra faceta del autocontrol) podria ser Stalin, que fue seminarista y como impuso de forma dogmatica y poco flexible su "materialismo dialectico".
Saludos a todos.
Estimado Wallenstein:
Me alegra verte otra vez en el "ruedo digital".
Stalin era una figura notable desde el punto de vista de disciplina, control, paciencia....Y amplísima cultura, leía "todo". El problema es cómo utilizó sus características. Su biografía tienen interés.
Gracias por tu visita.
Sin dejar de olvidar por ello el terriblísimo destino de un grande, Trotsky... un saludo, éste es un foro de altura.
Curiosamente, cuando Napoleón se enteró de la traición de su Ministro, al preguntársele porque no hacia un escarmiento fusilándolo, respondió: "Es el único con el que puedo hablar". Desde luego, si existió, solo es una anécdota que no dice de las causas políticas por la que no lo pasó por las armas, pero es el reconocimiento indirecto de la agudeza de Charles Maurice de Tayllerand.
A su vez, cuando luego de Leipzig el poder de Bonaparte solo era su nombre -- aunque como se vio más tarde ese nombre encendió la imaginación de todo un pueblo --alguien sugirió su reemplazo por algún otro militar, a lo que Tayllerand respondió "Si quisieramos un soldado conservaríamos el que tenemos que es el primero del mundo. Francia necesita paz."
Al margen del anecdotario, Tayllerand fue el diplomático que hizo respetar las fronteras de Francia ante los Aliados abroquelado en el principio de legitimidad y del "equilibrio de poder" que iba a ser el eje de toda la política europea durante los siguientes 50 años.
Bien, en realidad el que fuè amante de la esposa de Tayllerand era el duque de San Carlos, que estuvo al servicio de Fernando VII en ValenÇay.
tras la respuesta del ministro, Napoleòn, màs enfurecido si cabe, le espetò: No sois màs que una mierda enfundada en seda, no sè que me retiene de colgaros.
Napoleòn saliò de la sala dando un portazo, y Tayllerand, comentò a los presentes ( alto estado mayor de los ejercitos Napoleonicos) Que làstima que un hombre tan grande estè tan mal educado.
Juan Carlos.
Gracias por su visita y comentario.
Un cordial saludo.
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