jueves, mayo 04, 2006

GUERRA Y PAZ. II

Como ya comenté en esta bitácora, la lectura de Guerra y Paz es imprescindible. Primero por ser una de las obras literarias más importantes, y segundo por los análisis de Tolstoi sobre la campaña napoleónica en Rusia.

Los análisis de Tolstoi sobre los aspectos técnicos bélicos no son rigurosos ni exactos, ni falta que hace. Cuando queramos esa exactitud y rigor acudiremos a las fuentes académicas adecuadas. La profundidad intelectual de Tolstoi y el esplendor estético hacen que sea secundaria cualquier consideración adicional, asoman a la sabiduría del genio inmortal de Liev Nikoláievich.

Me parece sublime su interpretación del devenir del general ruso Kutuzov, su antagonismo con el zar Alejandro y estado mayor, su plena convicción del modo de derrotar a Napoleón, su profundo talento. Derrotó a Napoleón con tiempo y templanza, virtudes no comunes en un general y que cuando las tiene le elevan por encima de los demás en la “danza de Ares”. En Borodino dejó herido de muerte a la fiera francesa. En su controvertida retirada de Moscú, salvó al ejército ruso y dejó desangrarse a su presa, posteriormente más fortalecido y aprovechando las condiciones de la Santa Madre Rusia lo remató.

Napoleón tenía varios métodos de combatir. Fijando al enemigo, para crear una superioridad local que lo derrotara, Jena y Auerstad fueron su mejor ejemplo. Permitir un avance para luego superarlo por los flancos, como en Austerlitz. Por último, el choque frontal, como Borodino y Waterloo. El choque frontal, ero lo que menos le gustaba al general Bonaparte, su genio era más afín a las maniobras de flanco y fijación del grueso enemigo con menos recursos, eso le permitió derrotar ejércitos más numerosos, esa estrategia solamente estaba al alcance de su genio bélico. La campaña de Rusia fue un cúmulo de despropósitos, desde el principio. La misma idea de invadir Rusia, la composición del ejército, el manejo de los suministros, el planteamiento de Borodino, la toma de Moscú (no haberse preparado para pasar el invierno y recuperarse de Borodino), su regreso al Oeste (podía haber cortado los suministros del Ejército ruso) y no haber perseguido a Kutuzoz cuando pudo y tenía fuerzas. El emperador no era el general Bonaparte.

Las páginas de Tolstoi novelan parte de esto de una forma maravillosa.