DERRIBAR AL HOMBRE
Siempre Goethe.
"¿Sabe lo que pienso yo al respecto?, ¡Que es preciso que el hombre sea derribado! Toda persona extraordinaria tiene una misión que realizar. Una vez que la ha llevado a cabo, su presencia en la Tierra bajo su configuración actual ha dejado de ser necesaria, así que la Providencia la emplea de nuevo para otro fin distinto. Pero como aquí abajo las cosas siempre suceden de forma natural, los dáimones le ponen la zancadilla una y otra vez hasta que al final sucumbe. Así le fue a Napoleón y a muchos otros. Mozart murió a los treinta y seis años. Rafael casi a la misma edad. Byron sólo un poco más tarde. Pero todos ellos habían llevado a cabo su misión de la manera más perfecta, y probablemente había llegado el momento de que se fueran, para que en este mundo, concebido para una larga duración, también les quedara lago que hacer a los demás."
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