Tengo la costumbre de saltar de un canal de noticias a otro, en función del grado de interés que atribuya a lo que en ese momento se trata, o si es deportes, el tiempo,....etc. Ayer, al saltar a la Cuatro, estaba Iñaki Gabilondo, en carne mortal, terminando su arenga diaria, más pronunciada en los últimos tiempos, por la campaña electoral.
El infalible Gabilondo, exponía con su voz y gesto seráfico, a pesar de ser laicista de pro, que el Papa daba la espalda al pueblo y se ceñía a su verdad (en esta palabra elevó el tono). En ese momento aparecía en pantalla una foto, donde se veía al Papa, oficiando una misa de espaldas a los feligreses. Supongo que sería una misa en latín, que se oficia de espaldas, o similar. Disculpad mi desconocimiento y falta de exactitud en la interpretación de la Liturgia, pero la idea es que este oficio del Papa tendría su sentido pleno, y que su Santidad hacía lo correcto al momento y a la ceremonia.
Se puede discrepar de la creencia católica, y de sus interpretaciones respecto al modo de vida que implica la misma, pero creo que se está traspasando la línea, entre una lícita y lógica discrepancia a un ataque sin sentido. Salvo que el sentido que buscan esos ataques sean espurios, que es lo que me temo. Qué más le da a Gabilondo lo que haga el Papa en un oficio, según un rito, que sabrá mejor su Santidad que el merluzo ese. Si la Iglesia ha expresado su postura sobre la situación de España, y no estas de acuerdo discrepas, expones tu opinión y punto. Parece lógico que un obispo defienda el credo católico, que Llamazares (cito nuevamente, en poco tiempo, a mi bestezuela favorita de la fauna política) defienda el aborto, que un socialista abogue por el gasto público,.....etc. Pero, repito, una cosa es la discrepancia y otra el ataque exacerbado. Cada uno es libre de ver la cadena, oír la radio y leer el periódico que le plazca, todos y todos tienen su sesgo, pero no se puede dejar de destacar lo espurio del ataque orquestado y desproporcionada que se está haciendo contra la Iglesia.
Según oí a Iñaki, pensé, este tío es tonto. Hoy he tratado de buscar algo más elegante y sofisticado para referirme a Gabilondo, pero no me sale. Lo único que soy capaz de escribir, es que este tío es tonto.