jueves, octubre 28, 2010

MON DROIT


El profesor Sánchez Bolín, conoce mi buena opinión sobre la escena de “Salvar al soldado Ryan (Saving private Ryan) en la que el capitán John H. Miller (Tom Hanks), herido de gravedad y con casi todos sus hombres muertos, en la defensa de la posición del puente, dispara con su pistola contra un blindado que viene contra él. De hecho, en uno de esos trabajos de hombre (destruir un cargamento de “agua de fuego”) que de vez en cuando nos encomienda el Alto Mando, yo estuve hablando de esta escena.

Tenemos los sindicatos que tenemos, porque tenemos los empresarios que tenemos. La crisis actual es la más fuerte que se ha conocido en los últimos 80 años (incluso hay un debate académico sobre si es más profunda que la de los años 30 del pasado siglo). Pero nos ha correspondido vivirla con una clase empresarial, cuyos principales objetivos son materiales y sin ninguna determinación ni coraje para aguantar. Igualmente con los sindicatos/asalariados, hemos hablado fundamentalmente de derechos y no de obligaciones. Tenemos una bajísima productividad. Productos con poco valor añadido/tecnología, realizados con altos salarios (comparativamente con países competidores en esos productos). Y para cambiar esto, aparte de I+D+I y todo lo que se quiera, hay que volver a la cultura del esfuerzo, austeridad y sacrificio. Por todos.

Yo sólo pido a mis empresarios, que me dejen “morir” como el capitán John H. Miller. Disparando a un tanque, sin esperanza, pero disparando. Es mi derecho de general, y aunque no me lo den, lo tomaré. Mon Droit.

sábado, octubre 23, 2010

CALLE PARA EL ALMIRANTE LEZO.

Obligado por las cirscunstancias de la vida, tuve que entrar en un Zara. Pero Ares, el belicoso, puso en mi camino a la futura alcalde de una ciudad pequeña del Ebro, estando ella en la cola del ínclito local. Pues la ví, y la pregunté: ¿Qué hay que hacer para que a orillas del Ebro tenga una calle el más glorioso héroe de la nación española?.
"Pídeselo al alcalde", me dijo la mentecata.
Señora, no bromeo, y a este imbécil actual no mando nada. Dígame, usted futura alcalde hembra, qué debo hacer. Cuando vió que efectivamente con el glorioso nombre del almirante Lezo y España, no bromeaba ne dijo: "escriba al PP, a mi atención". La dejé una mirada lenta, "lo haré".
En esto estamos, y lo lograremos, viveDios.

SI CHURRUCA......


" Nuestra vanguardia será aislada del cuerpo principal y nuestra retaguardia se verá abrumada. La mitad de la línea estará obligada a permanecer inactiva. El almirante francés no lo entiende. Sólo ha de actuar con osadía, sólo ha de ordenar que los barcos de la vanguardia viren de nuevo a sotavento y se sitúen detrás de la escuadra de retaguardia. Eso colocaría al enemigo entre dos fuegos ", ¡Perdidos! ¡Perdidos! ¡Perdidos!. "

Esto es lo que dijo Churruca, moviendo la cabeza, a su segundo al mirar por el catalejo el mástil del Bucentaure (buque insignia de la combinada donde navegaba el inútil de Villeneuve).

En el diagrama adjunto se puede apreciar el ataque británico. Dividió la flota combinada en dos y creó una superioridad local, pues la cabeza nunca pudo ayudar a la cola, como dijo Nelson. Esto él lo llamó “Nelson touch”. La derrota fue total.

En la combinada el mejor marino era Churruca, Villeneuve un inútil. Gravina era valiente, pero no era tan marinero ni guerrero como Churruca, era más de “despachos” (Napoleón le apreciaba). El Nelson español era Churruca.

Si se hubiera hecho lo que el proponía, los ingleses hubieran estado entre dos fuegos. Nelson y Collingwood, su segundo, iban a la cabeza de las dos columnas (véase el ejemplo de los británicos, el mando el primero en entrar en combate y recibir el fuego enemigo). No era descartable que hubieran caído, como ocurrió con Nelson y haber dejado a la flota sin guía. Nunca lo sabremos, la flota británica era muy superior. En mando, en oficiales, en marinos, en armamento, en estado de los barcos, cadencia de fuego,….etc. Y sobre todo se estaban jugando la invasión a Inglaterra.

jueves, octubre 21, 2010

21 de OCTUBRE. TRAFALGAR. IN MEMORIAM


Hoy 21 de Octubre es el aniversario de la batalla de Trafalgar. En esta batalla se puso fin al poderío español de los mares, fue el epítome. También fue el final de una raza de hombres que eran capaces de ir a una muerte cierta, sin dudarlo, en defensa de su patria, España, y de un rey que no los merecía.

En esta época de corrosión del carácter, el ejemplo de estos hombres debe estar siempre presente. Hombres de acero en barcos de madera. Murieron cumpliendo con su deber y en el noble oficio de las armas. La muerte en combate es el sumo sacramento del guerrero. Churruca (Cosme Damián Churruca y Elorza), escribió estas aladas palabras a su hermano antes de embarcarse en el San Juan Nepomuceno e ir al combate: “Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto”. No se iba a rendir, antes moriría al frente de su barco. Churruca fue alcanzado por un cañonazo británico, gravemente herido dijo: “esto no es nada, siga el fuego”, al poco tiempo murió desangrado.

No debemos de olvidar al magnífico enemigo que tuvimos enfrente, el almirante Nelson al mando de la superior flota británica. Fue un soldado que luchó por su país Inglaterra, por lo que debe ser respetado. Su arenga antes del combate, ha quedado grabada en los anales de la Guerra: “Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber” (England expects that every man will do his duty). Cuando fue herido, siguió dando órdenes desde el lecho. Al ser informado de la victoria británica, una de sus últimas palabras fue: “gracias a Dios he cumplido con mi deber”.

En el día de hoy 21 de Octubre debemos recordar a esos hombres. Nelson, Churruca, Gravina y los demás valientes, están todos juntos en los Campos Elíseos. Es su ejemplo el que debemos mantener presente, recordarlos y transmitirlo.

In memoriam de los héroes caídos en Trafalgar.

P.S.: El cuadro de la imagen es: “Muerte de Churruca en Trafalgar” de Eugenio Álvarez Dumont. Se puede ver en el Museo del Prado.

sábado, octubre 09, 2010

LA OREJA DE JENKINS

En este blog se habla siempre que puedo del almirante D. Blas de Lezo y Olavarrieta, pues me parece el paradigma de héroe, gloriosísimo, olvidado en España. De hecho me atrevo a usar al almirante como nom de guerre.

Hoy comentar cual fue la causa de la contienda entre España e Inglaterra, que supuso la derrota de Vernon a manos del bravo español nacido en Guipúzcoa.

Después de la Guerra de Sucesión, hubo acuerdos comerciales entre España e Inglaterra. Los británicos por supuesto no respetaron. El tema del comercio lo han llevado con el mismo brío que las armas. Un capitán español, D. Julio León Fandiño, apresó un barco contrabandista inglés, capitaneado por el pirata Robert Jenkins. El español le cortó la oreja y le dijo: "Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".

Jenkins se presentó en el parlamento inglés, sin oreja y repitió las palabras del “Don”. Fue la excusa que esperaban los ingleses, apremiados por sus mercaderes, para declarar la guerra a España y tratar de apoderarse de las colonias.

Pero no contaron que, para su desgracia, la corona española contaba con el almirante Lezo. El resto es bien sabido.

A los manes victoriosos del almirante Lezo.

martes, octubre 05, 2010

NUEVO LIBRO DEL ALMIRANTE LEZO

Los ingleses decían: "Españoles, en el mar los quiero yo, en tierra líbreme San Jorge". Con Lezo y gente de su misma bravura, también en el mar les tenía que proteger San Jorge, de los encomendados a Santiago Apostol.

sábado, octubre 02, 2010

MEJOR QUE NAPOLEÓN

Napoleón y Goethe se profesaron una mutua alta admiración. Cuando Napoleón cruzó Weimar a su regreso de la tragedia rusa, su única pregunta a los del lugar fue, ¿cómo está el Sr. Goethe?. El poeta siempre se refería al gran corso como el héroe. La primera vez que Napoleón conoció a Goethe exclamó: Voilà un Homme, el 2 de Octubre de 1808. Hoy es el aniversario de este encuentro de gigantes.

En su estancia en Marienbad, Goethe se enamoró perdidamente de Ulrike von Levetzow. De esta experiencia surgió el inmortal poema “Elegía de Marienbad”. Este hecho afectó de forma importante a su sensible espíritu y cayó muy enfermo.

Le dijo al médico, que con una anciano como él debía ser más enérgico en los remedios, actuar a lo Napoleón. Ya levantado de la cama, el médico le preguntó cómo se encontraba, el divino Goethe, pensativo, le contestó; “mejor que Napoleón en su isla”.