sábado, febrero 26, 2011
jueves, febrero 17, 2011
NÖRDLINGEN
Tengo fe en que A. Pérez-Reverte, comente esta batalla en una próxima novela. En “Corsarios del Levante” habla de ella, diciendo que uno de los personajes murió en dicha confrontación. Aguantando los asaltos de la infantería sueca. Los tercios aguantaron numerosos envites de esta infantería, hasta la fecha invencible. Y cuando los rechazaron contraatacaron decidiendo la batalla y expulsando a Suecia del sur de Alemania.
La posición española era muy comprometida, parecía sin remedio cuando el maestre de campo D. Martín de Idiáquez dijo:
"Ea señores, parece que estos demonios sin Dios nos quieren dar la puntilla y contra nosotros viene lo mejor que pueden poner en el campo, será cuestión de echarle redaños y aguantar firme. Cuando esos demonios amarillos se dejen ver, no quiero que ninguno desfallezca, aguantad firmes ante ellos y esperar a oír la detonación de sus mosquetes, en ese momento todo el mundo a tierra”
Esto era una novedad y un riesgo alto, en la típica lucha de infanterías. Con esta estrategia, tan ingeniosa como suicida, los españoles consiguieron que los disparos protestantes se pierdan por encima de sus cabezas. Inmediatamente se pusieron en pie y mientras los piqueros adoptaban posiciones de defensa los arcabuceros hicieron fuego, ahora si, a bocajarro contra los asaltantes. La descarga fue devastadora y las primeras filas cayeron abatidas por el certero fuego de los tercios. Esto ya fue demasiado para los suecos que después de catorce infructuosas cargas se ven sometidos a un castigo inmisericorde en la que había de ser la definitiva y dudan en su avance. Ante la duda los españoles cargan contra los suecos. Al grito de ¡Santiago y cierra España!, con picas, espadas y arcabuces se lanzan contra el enemigo.
El mito de la invencibilidad sueca quedó roto para siempre, una vez más se demostró que cuando de morir en combate se trataba, los viejos tercios seguían siendo los señores de la guerra
sábado, febrero 12, 2011
DERRIBAR AL HOMBRE
Siempre Goethe.
"¿Sabe lo que pienso yo al respecto?, ¡Que es preciso que el hombre sea derribado! Toda persona extraordinaria tiene una misión que realizar. Una vez que la ha llevado a cabo, su presencia en la Tierra bajo su configuración actual ha dejado de ser necesaria, así que la Providencia la emplea de nuevo para otro fin distinto. Pero como aquí abajo las cosas siempre suceden de forma natural, los dáimones le ponen la zancadilla una y otra vez hasta que al final sucumbe. Así le fue a Napoleón y a muchos otros. Mozart murió a los treinta y seis años. Rafael casi a la misma edad. Byron sólo un poco más tarde. Pero todos ellos habían llevado a cabo su misión de la manera más perfecta, y probablemente había llegado el momento de que se fueran, para que en este mundo, concebido para una larga duración, también les quedara lago que hacer a los demás."
viernes, febrero 04, 2011
¿ESCIPIÓN?, ¿ANÍBAL?
Hace poco me comentaba un amigo que Escipión no fue derrotado por Aníbal, y que sin embargo el púnico pasó a la Historia como mejor general, él no estaba de acuerdo. Yo creo que Aníbal ha sido el mejor general de la antigüedad. Él se situaba detrás de Alejandro y Pirro, y que si hubiera derrotado a Escipión en Zama se hubiera puesto el primero, eso es lo que le respondió a Escipión a la pregunta del romano sobre el mejor general. Como general Aníbal fue superior, en estrategia, en mando en combate, en recursos,…….Napoleón no derrotó a Wellington, pero comparar a ambos es como comparar a Mozart con Salieri. Wellington y Escipión fueron magníficos generales, pero no llegaron a la altura de Napoleón y Aníbal. A los buenos generales los hace el entrenamiento y la experiencia, pero a los generales sublimes los hacen los dioses. Aníbal y el sire son de esencia
Aníbal si se hubiera enfrentado a un general, habría vencido, pero se enfrentaba a Roma. Cualquier nación después de Cannae se hubiera rendido. Roma no se rendía. Exilió a Sicilia a los supervivientes, no quería tener derrotados en la lucha contra Aníbal. Prohibió el luto, no pagó rescate por los prisioneros. Formó nuevos ejércitos, volvió a llamar a Claudio Marcelo (la espada de Roma) y a Fabio Máximo (el escudo de Roma) a la guerra. Destacó en Hispania a Escipión. Nunca pensó en otra cosa que la derrota total de Cartago. Si Escipión hubiera fallado en Hispania, habría mandado a otro. Claudio Marcelo cayó en combate con Aníbal y mandó otro general. Era Roma la que combatía contra Aníbal.
Las legiones romanas eran como la lluvia, el sol y el viento. Todo lo reducían a polvo.